martes, 24 de abril de 2007

Estructura y larga duración

Serafina Castro

Cuando se habla de la docencia vista como una actividad donde el historiador puede desenvolverse profesionalmente, lleva inmediatamente al problema que significa la adecuada formación que lleve a cumplir con eficacia el compromiso que para el historiador, implica el ingreso a una actividad donde se inserta como agente directo dentro del proceso educativo formal. De ahí que se hace necesario la familiarización con aspectos teórico-metodológicos, con los cuales el historiador que opte por la docencia, enfrente su trabajo frente al grupo, y emprenda la nada fácil tarea en la formación de una conciencia reflexiva y critica con sus alumnos, que les lleve a pensarse como protagonistas de la historia, creadores de su propia cultura (conciencia histórica) y en constante búsqueda de una mejor comprensión de su realidad.

De tal compromiso puede convertir la enseñanza de la historia en algo más que una serie de datos o fechas para memorizar, o simple narrativa con efectos literarios, sino, desde un nivel elemental de aprendizaje (primaria y secundaria), como lo señala Pluckrose proporcionar “las técnicas y los conceptos específicos del estudio de la historia” (1), para una mejor comprensión del pasado, sea éste cercano o lejano, sin que este se encuentre desvinculado de su presente.

Sabemos también que nos enfrentamos a grupos cuyos niveles cognitivos son diferentes, sea desde la enseñanza básica hasta un nivel superior, sin embargo, puesto que hay que propiciar un aprendizaje significativo, entonces este no debe ser ajeno al entorno concreto del educando, pues de su comprensión inmediata podrá propiciarse el interés sobre un pasado inmediato o lejano.

Así entonces, el historiador como docente, debe tener bien claro ¿qué es la historia? .Sin una visión clara de lo que es la historia, su significado, y los conceptos principales que se manejan dentro de la comunidad académica, la labor con los alumnos se tornará problemática y difícil, ya no digamos imposible. Con ello entonces trataremos de definir dos conceptos con que la historiografía ha dado cuenta del cambio social a través del tiempo, ellos son: Larga Duración y Estructura.






(1) Pluckrose, Henry, Enseñanza y Aprendizaje de la Historia, trad. Guillermo Solana, Madrid, Ministerio de Educación y ciencia. Morata, 1993, p. 17



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Representante de la segunda generación de la escuela francesa de los Annales, Fernand Braudel (2), tuvo una importante aportación a la historiografía contemporánea que consistió en señalar que en los cambios sociales intervienen diferentes temporalidades. Como resultado de sus reflexiones sobre la dialéctica de espacio-tiempo, armó su obra en función de duraciones, dando coherencia al conjunto por medio de estructuras. Cada una de las duraciones es en sí un intento de explicación del conjunto. Tres son los movimientos de duraciones:

Corta duración: alude a una historia de tiempo corto que esta centrada en la primacía del individuo y el acontecimiento. Son los hechos espectaculares, pero fugaces. Este nivel es superficial y esta condicionado por los otros dos niveles., que le mandan sus impulsos Aquí se ve al presente como una suerte de entidad independiente del pasado y del futuro.

La Larga duración: Braudel, considera que los cambios sociales se comprenden desde lo que él llamó “tiempo largo”. El objeto de esta historia ya no es el individuo, sino el hecho social en su totalidad. Para este historiador, el presente tiene el peso del pasado; los problemas del presente no son algo espontáneo, obedecen a procesos de larga duración. Hay pues una división en la historia en función de sus duraciones, siendo la larga duración la que conlleva hacia un aspecto vinculante del presente con el pasado y viceversa.Es la parte más importante para la explicación histórica, pues se da cuenta de fenómenos sociales, culturales, económicos, etc. que pueden durar desde décadas a siglos.

El movimiento más lento, que se encuentra en la base, correspondiente a la muy larga duración. Este corresponde a un tiempo geográfico, donde hay una historia lenta en el fluir y transformación, que toca las relaciones del hombre y el medio físico y que pareciera inmóvil.

Estructura: Para Braudel La estructura “es indudablemente un ensamblaje, una arquitectura; pero más aún, una realidad que el tiempo tarda enormemente en desgastar y transportar” (3). En este sentido, podemos hacer patente que las acciones sociales están inscritas en una lógica de finalidad fincada por la estructura. Estas a su vez forman un conjunto de elementos relacionados de manera interdependientes, que al evolucionar lentamente, actúan como condicionantes del funcionamiento de la sociedad, y cuyo análisis se hacen necesarios para comprender los fenómenos históricos. Los integran elementos físicos, demográficos, sociales, económicos, culturales, etc.

Ahora bien, aclarados los conceptos de larga duración y estructura, y colocado el historiador en el nada fácil papel de docente, se impone la necesidad de brindar a los alumnos la oportunidad temprana de inmiscuirse en el campo histórico adentrándolos de manera reflexiva hacia su familiarización y comprensión como elementos explicativos de la materia especifica.

(2) Fernánd Braudel, Historia y Ciencias Sociales, 4ª ed. Madrid, Alianza Editorial, 1979, 226 pp.

(3) Ibidem, p. 70

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Entonces es necesario que se familiarice con las palabras, o conceptos que le lleven a entender la historia como la disciplina, que encierra dos niveles primordiales, ontológicoy epistemológico. El primero supone un proceso inscrito en una realidad abarcante, que no desvincula el presente del pasado y del futuro; y que conlleva una atribución de las cosas, cuyo movimiento diacrónico y sincrónico es susceptible de ser investigado. De ahí, que a través del estudio o investigación (plano epistemológico) de esa realidad surja la historia, como divulgación o enseñanza.

Así entonces, retomando a Pluckrose, “para que un niño pequeño estudie historia no basta simplemente con brindarle un conjunto de fechas, acontecimientos y relatos curiosos del pasado, animados con periodos ocasionales de realización de maquetas, dibujos e interpretaciones dramáticas” (4), sino su conocimiento debe ser significativo, esto es, que se haga parte de su vida la cual es también parte misma de la historia. Y esto no es privativo del niño pequeño, sino debiera presentarse en todos los niveles formales de enseñanza.

Con ello, un conocimiento, en este caso histórico, se convierte en tal porque se hace algo nuestro, incluido por supuesto al docente. Nuestro en el sentido de que hay una relación personal con él. De ahí que los conceptos a manejar no se enseñen como un ejercicio que hay que repetir, y resulten elementos aislados del quehacer diario.

Así, para un nivel, de educación media básica, se hace necesario, que para entender la historia, se muestre que también se refiere al cambio dentro del marco temporal y que el cambio histórico es a menudo lento y casi imperceptible, por estructuras profundas que lo sustentan. Partimos que a esta edad (12-14 años) ya se tiene una noción de tiempo, Pero para que los alumnos empiecen a manejar o comprender este lenguaje histórico, se hace necesario que el interés se propicie a partir de su entorno particular, donde la formación de conceptos parta de sus experiencias personales, para propiciar el interés por ellos.

De esta manera, como punto de partida o estrategia didáctica, comenzamos por propiciar el interés por un pasaje de la historia a través de un cuento. Un ejemplo sería el de Ana Rosa Suárez (5). Podemos tomar el relato sobre la Independencia de México y hacer una lectura, propiciando la participación grupal, donde se desarrollen destrezas tales como hablar, escuchar y anotar. Captando el interés, remitirnos al análisis histórico de la época a través de un eje temático, por ejemplo situación social de los indígenas y propiciar quizá una secuenciación a través de dibujos o fotografías sobre estos grupos humanos desde épocas prehispánicas hasta nuestros días, pero además fomentando la observación directa, sobre los sobrevivientes hasta nuestros días, tratando de resolver preguntas de manera grupal, tales como ¿ha cambiado su situación social, económica o política lograda la independencia de México? ¿obligan esas estructuras para que su situación haya cambiado o permanezca igual? ¿Todos los cambios cualquiera que estos sean, son para todos iguales?

(4) Pluckrose, op, cit., p. 30

(5) Ana Suárez, Con el calendario hacia atrás, México, Ediciones Basileia, 2002, p 5-13

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BIBLIOGRAFÍA





Braudel, Fernánd Historia y Ciencias Sociales, 4ª ed. Madrid, Alianza Editorial, 1979, 226 pp.


Pluckrose, Henry, Enseñanza y Aprendizaje de la Historia, trad. Guillermo Solana, Madrid, Ministerio de Educación y ciencia. Morata, 1993, pp. 17-68


Suárez, Ana, Con el calendario hacia atrás, México, Ediciones Basileia, 2002, 142 pp.

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